El caos puede ser sombra, es desorden, espanto y oscuridad, pero también es el estado originario de la materia, de donde surge el cosmos ordenando lo existente. Es esto lo que el sujeto poético busca en La arqueología del caos: el estado primigenio de su identidad, de su voz, de sus inquietudes, de sus pesares. El sujeto poético tienta la muerte como un camino de retorno hacia la fuente primigenia de todo, mostrando su pesar por la falta de anclajes o raíces, síntoma de nuestra época en la que surgen proyectos de diverso tipo que pretenden recuperar la tradición cultural o construir relatos alternativos a la historia oficial. Este poemario quiere constituir una voz colectiva en diálogo con los sujetos subalternos, lo cual permite abordar temas sensibles como la condición de la mujer, mediante la evocación del personaje de la bruja como una justificación para perseguir a las librepensadoras de la Edad Media, o el de la pobreza, entendida como el despojo total de las libertades del sujeto. Joe Guzmán ha escuchado la voz de Ojeda: “Tendré que retornar a las raíces/ Buscando la evidencia bajo la confusión” sin temor alguno de haberse llenado de siglos y de fósiles. (Ángel Flores)