El sujeto lírico de La forja del verso observa y fabula los movimientos de la luz, las sinuosidades de la oscuridad, las imprevistas direcciones de los vientos, las álgidas derivas de las aguas, las formas de la tierra, el paso de animales y astros metafóricos y físicos. Desde el marco de un itinerario estético, ético y filosófico, y sin dejar de reconocer los universos del desgarramiento y la evanescencia, ese sujeto descubre un júbilo en el que habitan, pese a todo, la templanza y la serenidad; encuentra espacios de donde emergen incesantes puertos de la plenitud. — JAIME MORALES QUANT