Dennis Hopper amaba el cine, el cine libre de ataduras, de las codicias propias del negocio en Hollywood, y que surgía o había surgido en otras latitudes de la mano de directores como Jean-Luc Godard, Luis Buñuel o Federico Fellini. Dennis había nacido en un pueblecito de Kansas y, al descubrir tempranamente su vocación de actor, trabajó encarnando a una serie de personajes secundarios en películas hollywoodenses —desde westerns con John Wayne, hasta grandes títulos, como Rebelde sin causa (Rebel Without a Cause) y Gigante (Giant), al lado de James Dean, Elizabeth Taylor, Natalie Wood o Rock Hudson—, y con ellas se fue acentuando el lado más salvaje de su naturaleza indomable.