El carismático Claudio siempre regaló su sonrisa. Dedicado al estudio, al trabajo y al deporte. Siempre apasionado del motocross, dominó las ciencias biomédicas, gustó del cine, los viajes y la naturaleza.
Su nombre suena a personaje, héroe y leyenda. Claudio es el testimonio eternizado de brío, firmeza y arte. Alzó vuelo el maestro: la moto fue su trono y el 12 su identificación.
Su vida estaba puesta sobre una moto, el cielo y la arena. Fue feliz, amigable y sabio. ¡Gracias, Señor, por la vida de Claudio, ¡el motocrosista de los Andes!