La tarea investigativa como una transversalidad de la formación humana se ha tornado muy pasiva y hasta acontece como una actividad mecánica y rutinaria. Nos situamos ante una vorágine investigativa y de producción intelectual donde la formalidad ha terminado por soterrar la causa investigativa. Nos enfrentamos, entonces, ante una gran cantidad de investigaciones que se dilucidan en la superficialidad y que no señalan nada novedoso porque entran en un perverso círculo vicioso que mantiene el status quo.