“No queda otro recurso que ir a La Haya”, concluyó Alan García.
“Apenas habían transcurrido seis meses de iniciado nuestro gobierno y el ambiente se había caldeado. El tema de la delimitación marítima se inscribió en la agenda política con fuerte impacto en los medios y a pesar de que el Perú seguía apostando por la negociación, Chile insistía que no había negociación posible.
Conversé con el Presidente García y la decisión a tomar era lejos de ser fácil. No estaba exenta de riesgos. Éramos conscientes que en ese momento no conocíamos todas nuestras fortalezas y que saltaban a la vista nuestras debilidades. Por lo demás nadie que acude a un tribunal se siente totalmente seguro que este le dará la razón. Pero de no ir a la Corte, los más de cuatro años que nos quedaban de gobierno estarían marcados por una creciente tensión con Chile y una fuerte movilización nacional dificultando todo intento de buen gobierno. Tomada la decisión por el presidente empezó el largo camino a La Haya”