La novela nos entrega una visión múltiple de la vida, de los senderos que la justifique. Los personajes están colmados de pensamientos, imágenes y palabras, en los límites del yo y el nosotros, de lo terrenal y la trascendencia, y bregan día a día para encontrar sentido a sus vidas. Uno de ellos tiene el erotismo como su horizonte, consciente de que requiere de una hipermoral. Otro, con la utopía histórica en los labios, pero que no escucha el eco. El tercero busca su razón en el arte, enfrentando a la embestida de la inteligencia artificial; y el suicida, feliz de tener entre manos la ilusión, pero... Más de pronto los horizontes mutan entre ellos. Solo uno logra ver las luces