Sobre el contenido de esta joya literaria puedo soslayar que en el primer capítulo denominado “incidencias” se encuentra la accidentada aparición del coronavirus el cuál ha azotado y enlutado a muchas familias y de algunas que se restablecieron logran pagar un precio muy alto literalmente como la venta de sus casas o bienes o incluso programar ciertas actividades para apoyarse. Pero esa energía que transmite el escritor le permite rescatar aun de lo negativo algo positivo como el florecer de una naturaleza cansada de la continua maldad humana. Además, proyecta el fiel reflejo de la educación, un derecho que por años no se ha priorizado y que como consecuencia ahora los estudiantes carentes de herramientas apropiadas adquirirían de forma más compleja los aprendizajes y padecieran aun mayor las llamadas clases virtuales, sino fueran por esos hombres denominados docentes que pasando desde el más silencioso trabajo hasta la más cruel estigmatización y aun así siguen con los ideales intactos de cambiar esta realidad. En este apartado también nos hace referencia acerca del trabajo como un factor preocupante, si precisamos que muchos abandonaron sus trabajos en el preciso momento en que se dio la suspensión perfecta y con toda la razón del mundo, ya que las responsabilidades familiares que cargan en sus hombros son muy pesadas. Asimismo, nos aproxima a la cultura realzando los trabajos literarios, plásticos, artísticos y de difusión siendo esta labor tan loable en donde nos percatamos el servicio desinteresado que poseen algunos por su localidad.
En el segundo capítulo llamado “otros ensayos” el escritor chimbotano escudriña y enfoca de manera crítica la historia de Ancash. También desde un punto literato trata de descifrar los aquellos enigmas que se encuentran en la valorada obra de José María Arguedas: El zorro de arriba y el zorro de abajo. Finalmente, el escritor recopila el sentir de los ciudadanos de a pie para motivarnos a manera de ejemplo como es que algunos de lo negativo que tiene esta pandemia se las ingeniaron para construir sus propios imperios.