ISBN 978-612-49483-7-4

Reseña

“Un amor para la historia” representa una sutil mixtura entre lo imposible y lo religiosamente inesperado, un amor que luego de tres décadas se vuelve a reencontrar por azares del destino quizás, o por la fe cuya esencia la llevamos muy escondida en lo profundo de nuestro ser, como diría el propio autor, “Dios hace milagros y no es una figura
literaria”.
Es probable que el autor no se haya percatado que no sólo estaba relatando episodios sentimentales de su vida, sino que además se estaba introduciendo en el trágico universo de la poesía, ese universo que al traspasar sus límites el retorno resulta imposible, como diría el maestro Jorge Luis Borges, (...) quien es poeta lo es siempre, y es asaltado por la poesía continuamente... (...) yo dejo que los poemas insistan y a veces son tan obstinados y tenaces que consiguen abrirse camino conmigo (...).
Así las cosas, con agudo pincel el autor al referirse a su musa la describió en fina prosa como La culpable que yo pueda describir la palabra amor haciendo un acróstico con todas las letras del abecedario, con todas las formas de rimas, con todos los estilos de narrativas existentes y con la inventiva de los locos buenos... (...) estaba ella, con esos ojos que hacían esconderse a las estrellas, avergonzadas por el brillo de su mirada (...).

Qué es sino la fe la esencia del amor, muchas veces alejada de lo que nos dicta y reclama la razón; por los consejos de la necedad nos aproximamos en tocar los regazos de la esperanza, a pesar que la lógica nos precisa que escarbamos el error de lo absurdo, de lo imposible, de lo que no podrá ser jamás. “Un amor para la historia” rompe ese mito de lo
inalcanzable, atraviesa las barreras que la razón y la lógica muchas veces nos obstruye para ser felices; el autor, quizás sin pensarlo, relatándonos su vida, hace pedagogía de la persistencia para amar y ser amados, pues en definitiva el amor nos hace ser más libres, nos hace ser más humanos. No hay otra fórmula que pueda explicar tamaña ecuación.

Me imagino al escritor cogiendo alguna pluma, cualquiera que hallase sobre su escritorio, agitando su copa cual bohemio de alamedas y puentes sin suspiros y acercar su alegría en los papeles desordenados, oyendo la trova romántica de siempre, inspirado por un verso de los muchos que nos dejó don Mario Benedetti quien profirió sin pase ni permiso que Te quiero sobre las hojas de otoño, hablando de nada pero a la vez de todo y, en un arranque de locura, beber tus lágrimas mientras desfallezco en tus labios (...) y sin darse cuenta terminar su libro, su historia, su vida al lado de la que inspiró tantos versos durante
esas tres décadas que, con el júbilo en una mano y la admiración de compañero en la otra, estoy seguro que se avecinarán muchas más.

Lucho Trinidad.