"Finalmente, y esta es una apreciación personalísima, el gobierno de Alberto Fujimori cometió un enorme error después de la exitosa Operación Chavín de Huántar: no cremar los cuerpos de cada uno de los terroristas abatidos el 22 de abril de 1997. Esta ingenuidad cometida por quien supuestamente era un violador consumado de los derechos humanos no puede volver a cometerse nunca más en la historia de nuestro país. Cada terrorista que muera en enfrentamiento con las fuerzas del orden debería, por orden judicial, ser incinerado de inmediato y sus restos echados al mar. Con el genocida Abimael Guzmán se aprendió. No debe ni puede existir lugar de culto para estos malditos."