Watanabe: La rana que saltó del pecho de mi abuelo Calixto dio a parar al estanque de Basho. Esa rana ha saltado de diferentes pechos y a través de distintos estanques, hasta llegar a parar dentro de mi cuerpo para darle impulso.
Yo soy esa rana, y hoy dejo atrás el cuerpo de Watanabe. Salto de su pecho hacia fuera de él. Henchida de sangre voy, triunfante entre las triunfantes. A mi paso dejo huellas de una sustancia anterior. Todos mis cuerpos son uno y he dejado de ser poco. Ahora entiendo por qué he venido dando brincos tan raudo. Las vidas son largos ríos antes de la mar. El río está ahí, aguardando por mí, ansioso por envolverme,
como cuando niño, en la corriente. Largo el último salto y me sumerjo. El río me conduce.
Ya no siento nada. Soy el apacible rumor de la naturaleza y por fin discurro sin temores. Sé que me esperan aguas mayores. Hacia ellas voy.