Caía la tarde y el mar de Huanchaco estaba tranquilo. El crepúsculo incendiaba el horizonte con colores anaranjados. Con ese bello telón de fondo, un caballito de totora se mecía, solitario, sobre las olas. La gente creía escuchar un canto melancólico.
Dicen que ese caballito, en realidad, era un fantasma que siempre aparecía mar adentro. La leyenda sostiene que su presencia anunciaba a un ahogado. Por eso, cuando lo veían, los pescadores se estremecían.
Noelia Mendieta recurre a las historias y creencias de la gente antigua, para construir un relato ambientado en los tiempos de hoy, sin renunciar a los elementos mágicos que nos legaron los moches y los chimúes.