Estos relatos tienen un origen real, han ocurrido en aquellos tiempos que describo, algunos en la época de oro de la ciudad, que con enorme felicidad transcurrió desde las primeras décadas del siglo pasado hasta que el puerto se trasladó a otro cercano, seguramente por fundadas razones. Entonces, el nuestro dejó de serlo, ya no gravitamos como antes ni en la región, ni en el mismo país, en cierta forma bajamos de categoría. Para lograr que los cuentos sean atractivos y animados, he recurrido a “inventar” en muchos de ellos una ligera ficción, desde luego procurando no distorsionar la real ocurrencia de los mismos.
El objetivo, sin duda, es transportar al lector al “planeta” Mollendo de aquellos tiempos, abstraerlos de tal manera que, aunque sea brevemente, dejen de lado la realidad del caótico mundo de hoy. Soñemos juntos, echemos mano a la inmensa energía de nuestro “tumbo grande”, inhalemos su eterno vigor, su furioso empuje, y recuperemos el lugar que el destino nos tiene reservado.
La magia de ese Mollendo, habita como los “viejos amigos” en esas pocas casas de madera de pino Oregón, que tercamente han decidido permanecer en pie para impedir con su huella, el fúnebre naufragio.