En un mágico pueblo vivía gente de buenas costumbres y alegría infinita. Los vecinos era tan amables y honrados que las puertas de las casas permanecían abiertas todo el día. No las cerraban ni cuando salían al mercado, o cuando iban a trabajar al campo o al mar.
La vida transcurría apacible, sólo interrumpida por los campanazos del viejo templo que anunciaba la llegada del agua o la muerte de algún vecino. Hasta que un sorpresivo día todos cerraron sus puertas a las nueve de la mañana. El miedo recorrió todas sus calles.
¿Qué razón poderosa hizo que todos se recluyeran en sus casas? ¿Un fantasma? ¿Cómo se resolvió este grave problema?