La Constitución es ratio —razón— y emotio —emoción— según Häberle. En efecto, la Constitución es un pacto racional, que en democracia demanda el consenso plural de las distintas visiones políticas, sociales, económicas y culturales del país, para lograr la paz y el desarrollo, sobre todo de las poblaciones más vulnerables. Sin embargo, la Constitución es también la expresión de los pensamientos y sentimientos de pertenencia de la ciudadanía a ese proyecto constitucional, que forja la identidad nacional sobre la base de la equidad, la inclusión y el reconocimiento de la diversidad.