El Cusco, como capital cultural, edifica una historia en permanente construcción. Su impronta en el imaginario colectivo, dentro y fuera del Perú, está asociada a la civilización inca, el virreinato español y los albores de la independencia americana. Los 70 años de creación política del distrito de Wanchaq nos permiten develar una historia que se escribe recientemente, pero como acto reflejo del espíritu milenario de una ciudad andina que goza la atención permanente de investigadores de diferentes generaciones.
Desde la floreciente cultura markavalle (1000 a. C.) hasta la promulgación de la Ley Nro. 24678, que, en 1987, oficializa el nombre de Wanchaq en reemplazo de Huanchac, el distrito habla gracias a los topónimos. Etimológicamente, wancha es una especie de rana y wachaq es quien pare, produce o procrea. Las acepciones no se contradicen si en el distrito encontramos el barrio de Ttio, que proviene de la palabra quechua ttiuyuska, que significa ‘gran cantidad de agua’, condición propicia para ranas y el cultivo de productos agrícolas. Es más, quienes vivimos en el distrito sabemos de ojos de agua en distintos puntos como Lirpuyphakcha o Lipuypaccha, que quiere decir ‘fuente que refleja’. Por ello, a Wanchaq se le conoce como el distrito jardín.