Pensar reflexivamente es un lujo. Entre que no tenemos tiempo para hacerlo, y que la mayoría de las tareas que realizamos solo requieren decisiones automáticas. Muchas veces, incluso, optamos por actuar pre-reflexivamente, si es que se acepta que hubiera una gradación entre no reflexionar y pensar reflexivamente. En el camino de la gradación se llega a su extremo positivo, esto es, reflexionar propiamente. En esta obra colectiva, se usa, entonces, "pensamiento reflexivo" como nombre a la actividad que hacemos cuando creemos que estamos tomando decisiones inteligentes, bien informadas y balanceadas, contrastadas con razones, y comunicándolas paradigmáticamente a través de argumentos, sea esta comunicación verbal, gestual o de otra índole. Quien quiera saber las razones por las que se ha optado por "pensamiento reflexivo" y no por pensamiento crítico, queda más que invitado a leer este libro.