¿Por qué hacemos de nuestra historia una suma de relatos sobre lo trágico, lo dramático, el bien perdido y las ocasiones desperdiciadas? ¿Por qué la memoria oral campesina comparte las mismas características que nuestra historia más técnica y moderna de la actualidad? ¿Por qué no hacemos de nuestra historia, como en el caso de Europa, una memoria de éxitos y realizaciones? Este es un ensayo breve y, por supuesto, no pretende dar respuestas definitivas, sino más bien formular preguntas que nos ayuden a superar nuestros complejos, nuestras minusvalías asumidas y, finalmente, a descubrirnos en nuestra propia singularidad y potencialidad. Me complace mucho saber que los principales lectores de este ensayo —también inconcluso y por desarrollar— serán los maestros y profesores de historia de nuestras escuelas y colegios nacionales. Aquí podrán encontrar algunas reflexiones heréticas e iconoclastas, una bibliografía muy reciente y, sobre todo, un profundo afecto por nuestro país.