Si tuviéramos que establecer en nuestra tradición a un verdadero heredero del maestro Stephen King (como metonimia del terror gótico moderno), ese nombre es Carlos Carrillo (Lima, 1967), aunque este va mucho más allá que el autor de Maine. Mezcla de erotismo, gore, y horror, Carrillo se constituye en una figura insular dentro de la tradición, con un registro poco tratado dentro del fantástico, más pegado a los modelos de Borges o Cortázar, principalmente, y más aceptados por la academia. Sus influencias van desde la literatura al cine, a la música rock (en sus diversas variantes y estilos) y al arte contracultural. Carrillo apela tanto a tradiciones del pasado precristiano, ritos paganos (de ahí su proximidad con cierto aire medievalista acerca de brujas y aquelarres) como a tropos y figuras del modernismo decadentista finisecular, que encontraron en el mal, la locura y la enfermedad, una estética en sí misma para referir ciertos males sociales. Es claro que el discurso fantástico no es ni evasivo ni ajeno a la realidad social, sino que trata estas ansiedades y miedos colectivos desde otro registro que el realismo convencional no puede. Así, Carrillo es en esencia un escritor de registro gótico en el que convergen los tres elementos fundamentales: lo sexual, lo político y lo monstruoso.
Elton Honores