Desde el Patio de la Higuera no es un libro, es un paño que entre su urdimbre destila tragedia, dolor, miedo y al mismo tiempo resistencia. Una profunda resistencia que se lee en cada párrafo y esto nos anima a leerlo hasta el final y entender por qué estamos fragmentados, por qué estamos tan distantes los unos de los otros. Cuando se habla de civiles y militares nos damos cuenta, dolorosamente, que es una patria de quienes cumplen cotidianamente sus labores en un ejercicio de ciudadanía perdurable y los otros, aquellos que izan banderas domingo a domingo, pero que pisotean elementales preceptos de convivencia. Este libro exige una opinión de sus lectores y merece una reflexión madura de quienes lo aborden en múltiples lecturas. Tenemos sociólogos, antropólogos e historiadores que egresan año a año de las canteras de universidades nacionales y particulares, pero lo que están produciendo lleva una palidez de academia que ha perdido los sonrosados y necesarios ribetes de veracidad, sensatez e inteligencia.
La memoria es ingrediente principal de la humanidad y ambos autores la utilizan de manera sobresaliente, hablando, conversando, poniéndose de acuerdo en cada renglón y discutiendo de manera amable y emotiva. Un matrimonio que conversa para hacer un libro no es nada común es nuestra sociedad. El producto sencillamente es un ser de papel que lleva el aliento de una sociedad que se desangra, pero que —al mismo tiempo—, respira resistencia y rebeldía.
Esteban Quiroz Cisneros