“Adrián Perezfecto” es un relato conmovedor y profundamente humano que retrata el tránsito emocional, familiar y social de un niño que enfrenta la abrupta transformación del mundo debido a la pandemia del COVID-19. Escrito con una sensibilidad excepcional, el texto no solo narra la vida de Adrián, sino que da voz a una generación de niños cuyas infancias fueron marcadas por la pérdida, el encierro y la incertidumbre.
La historia comienza con un tono esperanzador y luminoso. Adrián es un estudiante aplicado, querido por sus compañeros y guiado por docentes que despiertan en él motivación y sueños. La visita anticipada a la secundaria marca simbólicamente el paso de la niñez a la adolescencia. Sin embargo, este viaje iniciático es truncado por la llegada de la pandemia, que irrumpe como una nube negra que todo lo ensombrece.
El relato refleja con autenticidad el desconcierto de una familia de clase trabajadora ante el cierre económico, la virtualización repentina de la educación y el duelo sin despedidas. A través de episodios como la llegada del perrito Garabato o la muerte de la señorita Graciela y la abuela, el lector acompaña el proceso de duelo y resiliencia no solo de Adrián, sino también de sus padres y su comunidad.
El lenguaje del texto oscila entre lo poético y lo cotidiano. La narración construye escenas vívidas con gran carga emocional, sin caer en el sentimentalismo fácil. El clímax de la obra —la construcción y el vuelo de la cometa multicolor— actúa como una metáfora de la esperanza. La cometa, hecha con los materiales que Graciela dejó a Adrián, se eleva como símbolo de resistencia, memoria y sueños pospuestos.
Este relato también constituye una crónica emocional de un tiempo histórico reciente: la pandemia vista desde la mirada de un niño sensible, lúcido y profundamente afectado por los cambios. Su voz interior, sus miedos nocturnos, sus reflexiones sobre la muerte y la vida, dan al texto una profundidad psicosocial que resuena con cualquier lector que haya vivido esos días.
En definitiva, “Adrián Perezfecto” es una obra necesaria, tierna y poderosa. Nos habla de la fragilidad de la vida, pero también de la capacidad de los niños para resignificar el dolor y volar —aunque tambaleando— hacia el porvenir. Una lectura que conmueve, reflexiona y, sobre todo, deja una estela de esperanza en medio de la tormenta.