Una vez que estuvo Makuku en la isla, conoció palmo a palmo la realidad física e integral de la Isla del Diablo, de igual modo conoció personalmente al ya mentado guerrillero convenciano. Para cumplir ese encargo, tuvo una oportunidad que lo estaba esperando, por cuanto Makuku tuvo una notificación no tan cierta. Sin embargo, para ese día señalado y fatal se preparó sigilosamente, tenía en sus manos todo lo necesario. Pero anterior a esta acción se presentó un hecho fortuito, ya que tuvieron una entrevista nada preparada, era circunstancial con el guerrillero de Chaupimayo. Se encontraron repentinamente en el pabellón de los presos políticos, que circundaba con el pabellón central. El guerrillero había visitado a uno de los presos comunes, según confesión posterior de Hugo Blanco, quien le dice, haber conocido antes a este sujeto que era motivo de su visita. Preso común estaba siendo reprimido cruelmente por uno de los llamados faites de la reclusión, de igual modo explotado en la labor de su trabajo que realizaba para ganarse algunos centavos. Era un simple tejedor que aprendió para sostenerse como preso. El guerrillero había ido en busca del faite para conminarlo, de que dejara de acorralar al indefenso provinciano. Para comprobar esta referencia, Makuku de manera personal tenía que ir a buscar al indicado sujeto abusivo. Este fue un encuentro casual entre Makuku y el guerrillero de Chaupimayo, quién al observarlo le había manifestado:
"Mi distinguido señor guerrillero trotskista, estoy cumpliendo mi labor de manera normal, para resguardar la seguridad de Ud. como de los demás".