Hay dos territorios que Juan Carlos Cortázar explora de manera notable en esta novela: el territorio de los cuerpos desplazados y los barrios populares de Lima. Angie y Miluska ponen una peluquería en Melgar. Trabajan con la "belleza" en una zona acechada por la marginalidad. Sus cuerpos desplazados toman posición en el mundo. Una posición que incomoda y que, a su vez, tiene una historia. La violencia política de los años ochenta y noventa se mete desde el comienzo, desde la escena inicial, en la novela. Y no sólo opera de fondo, también irrumpe con sus golpes sobre las protagonistas. Cortázar construye, de esta manera, un retrato potentísimo de una época del Perú, a través de dos personajes que, incluso, tienen muy pocos antecedentes en la literatura: la cita inicial de Donoso puede funcionar como una clave de lectura. Por eso mismo, con una escritura envolvente y climática, Cortázar les da presencia y las transforma en personajes verdaderamente entrañables.