En múltiples ocasiones le escuché a mi buen amigo, el profesor Carlos Cárdenas Quirós, la persona que me introdujo en la enseñanza del derecho civil, repetir con asiduidad aquella expresión que se atribuye a la sabiduría popular de “solo Dios y los tontos no cambian”. ¡Cuánta verdad encierra este dicho popular! Pues, en lo que respecta a la evolución del pensamiento de determinado investigador o jurista, el mismo retrata el camino asintótico al conocimiento: nadie nace sabiendo y solo la lectura continua y sostenida nutre a la persona y al investigador, en concreto, de luces que pudo no haber vislumbrado o descubierto antes.