La presencia de un ser maligno, el rival de Dios, ese ángel del mal que ronda este mundo tentando a los débiles, ha sido tema muy utilizado en la tradición literaria occidental, tanto en teatro como en novelas. Una de las más importantes a nivel mundial es el Fausto, de Goethe. Inspirada en un relato medieval narra la historia de un anciano sabio que, a pesar de sus conocimientos y sabiduría, no halla el sentido de la existencia y vende su alma a Mefistófeles a cambio de disfrutar los placeres de este mundo.
En El perfil oculto de un ángel, de Horacio Cueva Baca, un autodidacto literario, se encuentra un planteamiento similar. Pablo Jiménez, el protagonista, mejor conocido como Peque, debe sufrir las tentaciones de Satanás. En el texto se aprecia la lucha por el poder y el dinero, el nuevo dios, el Moloch al que la humanidad se ha entregado.
La presencia de la “piuranidad” es notoria a lo largo del texto, lo cual no es un demérito sino un logro en la consecución de ese nuevo producto “glocal” que tanto defendemos. Este producto cultural mantiene lo mejor de lo regional, lo local, los dichos, las leyendas, el habla coloquial y los temas que apasionan al mundo contemporáneo.
Proceso que, debemos señalar, se inicia de modo oficial con la obra narrativa de Miguel Gutiérrez y que tiene predecesores en autores como Carlos Espinoza León, Rigoberto Meza, Víctor Borrero y Genaro Maza.
Para enfrentar al demonio y a las personas a las que ha poseído, Peque deberá recurrir a los poderes de la fe, sin desdeñar a los chamanes que pueblan las Huaringas, esa mítica tierra de brujos bendecida por la presencia del Apu Chikwate.
Esperamos que el lector disfrute de esta entretenida historia y dejamos en sus manos El perfil oculto de un ángel.