Este libro no solo es el reflejo de mi amplia experiencia en el campo del arte, sino también de las variadas influencias que he ido encontrando en el camino, ya sea con compañeros de profesión o autores, como David Hume, quien hizo que tome el camino del empirismo como base para la explicación del surgimiento del conocimiento, en el cual, las impresiones jugaban un rol fundamental para demostrar cómo es que se adquieren las ideas acerca de las cosas.
La sensación puede ser catalogada como la afección mínima que tiene el ser humano cuando se interacciona con la realidad; sin embargo, esta no posee un rango de certeza. Por su parte, la mezcla de dos sensaciones trae como resultado una impresión, la cual tiene mucha más certidumbre que duda, pero sin llegar a ese convencimiento deseado. Por último, la emoción es el producto de tres sensaciones, las cuales se manifiestan como reacción a una determinada acción.
¿Y para qué sirve medir el arte? En el caso de los artistas, estos pueden dirigir mejor el impacto de las emociones en el público, así como alinear la subjetividad y tener más eficacia para expresar alguna idea o emoción. En el caso del público, se consigue extraer la información que el artista dispuso u obvió, y así emitir, de manera responsable una respuesta jerárquica y consciente de esta dinámica. «Para alcanzar un objetivo es preciso medir».