Cuando un estudiante deserta por los motivos que sean ya hay un imaginario social que lo segrega, lo aparta y le hace sentir como si el resto de su proceso académico no tuviera ningún valor ni importancia. La sociedad le hace creer que el no poder culminar sus estudios lo convierte en una parte más del sistema que no se pudo transformar ni remediar pero que en vez de autocuestionarse y entender los motivos que le llevaron a eso, solo sigue reaccionando de formas peyorativas ante alguien que en ese momento lo que más necesita es apoyo y comprensión.