En este prefacio debo distinguir dos etapas que sucedieron a la atrevida decisión de escribir un libro acerca de la ética de mi profesión. Todas las decisiones adoptadas en ellas inundan el libro y algunas, por no ser fácilmente identificables, deben ser explicadas.
La primera etapa, previa a su escritura y en la que, finalmente, decidí
enfrentarla, tienen que ver con aspectos básicos del libro. Sobre todo,
de contenido, de esquema lógico y de enfoque. Los resultados de los dos primeros —contenido y esquema lógico— resultarán obvios a quien lea el libro. No ocurrirá lo propio, necesariamente, con el enfoque de éste.
El libro se inicia analizando casos; algunos específicos, otros genéricos.
Casos que provocan preguntas de naturaleza ética a las que no doy respuesta alguna. Pareciera ser que conduzco al lector a un cuarto sin ventanas y cierro la puerta. Creo que la metáfora del cuarto oscuro está en —y es parte de— la naturaleza de la ética; quien conduce al cuarto oscuro no soy yo, el autor, sino la ética misma. Cada persona enfrentada a un problema ético (y todos los actos de la vida nos confrontan con uno) deberá encontrar su propia solución. Lo único importante es que cada quien posea en su conciencia una naturaleza ética: el ethos definido por Platón.