Viéndose comprometido con la revolución de 1848 de la cual fue partícipe, la publicación de Las flores del mal, en 1857, terminó por desatar una violenta polémica y acusaciones hacia su persona. Aquellos poemas fueron considerados “ofensas a la moral pública y las buenas costumbres” y su autor fue procesado. Sin embargo, pese a que se le ordenó suprimir seis poemas del volumen, después de habérsele multado con trescientos francos, la obra tuvo una reedición más en 1861, pero esta vez añadiendo 35 textos inéditos que extendieron su volumen. Este y otros actos de rebeldía bastan para intuir el peligroso mensaje que sus versos esparcían en una sociedad abierta ya a cuestionar las doctrinas sociales; dejándonos ver estampas y retratos de menesterosos, falsos ricos, marineros, amantes, ebrios, campesinos, prostitutas, así como seres domésticos o mitológicos vacilantes y caídos en desgracia. Baudelaire no vivió lo suficiente para ver cómo el éxito de Las flores del mal haría escuela en las generaciones sucesivas de toda Europa y en el mundo hasta los presentes días.