ISBN 978-612-00-8833-3

Reseña

Una conciliación, como procedimiento o como documento contenido en un acta, es algo que está indisolublemente ligado a una materia conciliatoria, que es aquello que por mandato de ley puede (o no) ser tratado en un Centro de Conciliación y generar acuerdos con carácter de título ejecutivo o constituirse en el documento que como requisito previo se exige en la vía judicial para la interposición de una demanda,
sobre –justamente– esa materia de la que se intentó conciliar.
Y junto a esa materia, se yergue la pretensión conciliatoria, que no es otra cosa que la transcripción –poner por escrito y de forma textual– del conflicto que una persona busca resolver por medio de la conciliación
extrajudicial.
Lamentablemente, la práctica nos ha mostrado que ambos tópicos son, en nuestro país, escalones muy débiles en el andamio que sostiene a la conciliación extrajudicial, debido, por una parte, a un sistema de
capacitación que, siendo regido y controlado por el ente estatal –la Dirección de Conciliación Extrajudicial y Mecanismos Alternativos de Solución de Conflictos / DCMA del Ministerio de Justicia–, privilegia
el trámite administrativo como máxima y casi única fi nalidad de la capacitación antes que el aprendizaje y el entrenamiento propiamente dicho de los futuros conciliadores. Y, por otra parte, a una suerte de una
conciliación para todos, que es una aspiración loable de nuestra legislación conciliatoria, pero que es ajena a la realidad académica peruana.
Las normas sobre conciliación han establecido que en el Perú todos los ciudadanos podemos aspirar a ejercer la función de conciliadores extrajudiciales