ISBN 978-612-48929-7-4

Reseña

La narrativa peruana atraviesa por un estado de salud que puede considerarse como “bueno”, ya que, desde hace algunos años, tiende a renovarse y a superar los exclusivismos que tratan de hegemonizar el circuito, repitiendo el discurso formulaico, apelando a viejas estructuras infalibles que engaña al lector con una novedad sospechosa. Dicho estado saludable se debe, además, a la constante incorporación de escritores talentosos, con vocación e ideología, escritores que se comprometen con la obra de arte a un nivel estético y político, y que, por ello, estrenan buenos primeros libros, lo que les augura un futuro prometedor.
Este es el caso de Jorge Tang y su Cuadernos de pintura (2023). Se trata de un conjunto de cinco cuentos en los cuales despliega lo aprendido de sus influencias más rastreables: para el caso peruano, Miguel Gutiérrez, Abraham Valdelomar y Mario Vargas Llosa; para el caso universal, Honoré de Balzac, Julio Cortázar y Gustave Flaubert. Se rastrea también la huella del arte socialista, sobre todo del cine, puesto que Tang recrea escenarios urbanos muy cercanos al lector. Apuesta por representar, con una perspectiva realista, escenas de la ciudad, lo que lo lleva, como narrador, a tomar una postura política determinada por el hecho mismo de decidir qué narrar y qué obviar. Solo para ejemplificar, el cuento “Carta a una antigua conocida”, que abre el libro, se re-crea la etapa colegial, a partir de un presente, donde un Narrador se dirige a la protagonista para reconstruir sensaciones, emociones y vivencias. Las experiencias que se narran son fácilmente identificables para cualquier lector; pero cobra mayor importancia el tratamiento del tema amoroso, al cual no se le nota como salvador de una situación adversa; por el contrario, la duda que se instala hacia el final, el hecho de asumir una verdad es la verdadera apuesta del Narrador: al igual que la protagonista, Tang propone que el lecto asuma una postura frente a lo tratado. Ese es el mérito del libro, ese el mérito de su autor.
Por sus páginas circulan personajes identificables dentro de la fauna citadina: colegiales, amigos del barrio, fumadores, bohemios, jaladores, grafiteros. No descuida, por su posición política, el lenguaje y esto es otro logro del libro. Muchas veces, para dejar marcada una crítica social sobre la realidad, se deja de lado todo esfuerzo estético sobre la palabra, para evitar desviar el mensaje hacia la forma. Sin embargo, la prosa de Tang logra armonizar ello y la prueba más fidedigna de lo dicho es el cuento “Los muralistas misteriosos”. En dicho texto, se representa la vida durante la pandemia en un barrio de la periferia. Misteriosamente, van apareciendo murales, que despierta, por parte de los vecinos, suspicacias y, por parte de las autoridades, recelos. Sin embargo, se trata de una muestra de arte callejero, que se pinta y repinta, solo para enfatizar cómo se experimenta el arte y la vida cotidiana en situaciones de crisis. La posición del Narrador queda clara; pero, con el lenguaje, interpela al lector a asumir una que sea contundente. Sin duda, Cuadernos de pintura es una increpación a todo aquel que busque en el arte una forma de expresión política, sin olvidar que ante todo es una expresión estética. Este libro que ahora celebramos no dejará a nadie indiferente. Es una buena oportunidad para conciliar, una vez más, la belleza de la palabra con el poder que conlleva.

Jeremías Martínez Rodríguez