ISBN 978-612-5126-25-2

Reseña

Tras finalizar la temporada decampo en Bolivia, hice loquea muchos arqueólogos les gusta hacer. Viajé a Cuzco para relajarme y visitar yacimientos arqueológicos emblemáticos. Durante esta paseada por los alrededores del Cuzco, abandoné la ruta turística habitual alrededor de las enormes murallas en zig-zag de Saqsaywaman y me topé por casualidad con un pequeño grupo de arqueólogos que excavaban en una zona llana cerca de donde los turistas se deslizan por la roca bien desgastada del Rodadero. Las excavaciones eran minúsculas en comparación con el tamaño y la monumentalidad del resto del yacimiento. Me pregunté qué impacto podrían tener tres arqueólogos excavando una zanja solitaria en nuestra percepción de un complejo arquitectónico tan extenso. Ofrecí toda la ayuda que pudiera prestar con vistas a trabajar algún día en un yacimiento tan emblemático. Desgraciadamente, en la época anterior a la facilidad de comunicación a través de Internet, la oferta quedó en barbecho y luego se nos olvidó mutuamente.
Sabía muy poco de lo que había sido de estas excavaciones hasta que -muchos años después, cuando estaba desarrollando un proyecto en Saqsaywaman- el director del parque arqueológico, Francisco Solís, me enseñó el informe de la excavación. Las investigaciones habían pasado de la única zanja que vi a una excavación horizontal de gran tamaño, y los hallazgos eran espectaculares. Se trataba de un cementerio intacto de personas importantes dentro de los límites de la ciudad imperial inca.