El autor tiene una pluma caliente, realista y ficcionaria. La vida propia de nuestras ciudades —en este caso Ica— se retrata de manera exquisita en libros regionales como este. La tierra es la protagonista principal en el libro de Uribe Guillén; los ambientes es su piel entera; el cielo, sus ojos; las lluvias, su llanto; y el río, aquellas manos que escriben el presente, futuro y pasado de su pueblo que lo habita. La historia de un pueblo refleja, muchas veces, la de otro pueblo adyacente, o de semejantes características, no importa la distancia de espacio o tiempo; eso es magia y en esta obra la hay. Y no hay más magia que el amor, esa sensación que aparece en el lector, en los personajes: amor por la familia, por la amada, por los animales, por la tierra, y por las letras... letras buenas como este gran libro.