El problema más álgido a nivel mundial, especialmente en los países subdesarrollados, es la falta o escasez de alimentos y la única manera de afrontar es aumentando la superficie productiva y asegurando el volumen de alimentos, a través de las irrigaciones. Y esto se ha realizado desde la antigüedad, a nivel universal y en toda la historia de la humanidad.
Por otra parte, cuando existe demasiada disponibilidad del recurso hídrico, se tiene el problema de la saturación de los suelos, que también impide la producción de alimentos, siendo necesario el drenaje o avenamiento de los suelos.
Es decir que la irrigación y el drenaje, que son ciencias, artes y técnicas, van de la mano y se complementan para dar solución al problema del hambre y demás secuelas que trae el subdesarrollo.
Se ha sugerido que en las regiones áridas y semiáridas, los rendimientos de los cultivos no deben medirse por unidad de superficie sino por unidad de volumen de agua utilizada, pues es el agua el factor que limita la producción agrícola y, por consiguiente, el que hay que utilizar con mayor eficiencia.