Estamos persuadidos que la educación, en nuestro país, se encuentre encaminada hacia una crisis suprema, tal vez decisiva. Los acontecimientos están llevando al mundo hacia una encrucijada que exigirá a los maestros una determinada decisión para estar a la altura de los nuevos tiempos.
Felizmente, muchas de las viejas creencias y teorías obsoletas han desaparecido o están en camino a desaparecer. Ya hemos alcanzado un grado de desarrollo humano y comenzamos a comprender que todos los conceptos envejecidos y anacrónicos no corresponden a la época presente. Entendemos que es sumamente importante una educación para cambiar vidas. Necesitamos urgente preparar un nuevo programa para la reconstrucción de una nueva sociedad y aplicarlo osadamente.