Si corregir textos fuera tan solo un asunto de aplicar la normativa, los humanos asuntos podrían ser conducidos por softwares adecuadamente nutridos por los códigos legales. Por fortuna no es así, por el bien de nosotros y de los libros también. En ese camino entre los preceptos y la calidad final de las publicaciones es que se afirma la figura del corrector. Sofía Rodríguez lo sabe, por ciencia y experiencia, como este libro suyo lo atestigua tan bien, útil no solo para el profesional de la lengua, sino también para quien comparta la vocación por el bien decir y el mejor escribir. Corregir, además de que suele ser un oficio solitario, también hace pasar por instantes de indecisión e incluso aflicción. Este libro está muy bien concebido para sortear esos instantes de duda, por fuerza creativos, y hacer al corrector de estilo mejor profesional en el camino.