El autor hace un interesante recorrido desde la antigüedad hasta el
presente. Así, inicia su texto con una mirada a las prácticas eclesiales
primitivas, en las que se dio participación, incluso a esclavos, en
la asamblea de la Iglesia. Luego, realiza una revisión de los aportes
hechos a esas prácticas democráticas por reformadores como Lutero,
Hubmaier, Sattler, Denk, Grebel y Menno Simons, en los que se
evidencia la intención de superar el verticalismo y reconocer la
voluntad de Dios en la congregación.
La lucha por la democracia en América Latina es uno de los
temas que más logra desarrollar el autor en este trabajo. En este
sentido, es necesario señalar que desde las guerras de independencia
hasta las luchas por la liberación en la década de 1960, el problema
de la democracia resulta recurrente en las conversaciones y los encuentros
de los evangélicos.
Tenemos pues en nuestras manos un texto rico en datos, amplio
en perspectiva y sencillo en su aplicación a problemas concretos
en los que debemos ocuparnos en este tiempo.