El 31 de mayo de 1970 se produjo en la ciudad de Huaraz-Ancash el terremoto más devastador de la historia contemporánea del Perú. La autora relata su testimonio personal, así como los de su padre, quien jugó un rol importante en los días sucesivos, asimismo los testimonios de dos de sus hermanos; los días posteriores a la tragedia; el alud que sepultó la ciudad de Yungay después del terremoto; la ayuda que recibió la zona afectada de los diversos países que se unieron en solidaridad y la reconstrucción de la ciudad.
Esta obra escrita 50 años después, es una ofrenda a quienes se fueron y un homenaje a quienes supieron rehacerse física y moralmente, levantándose de sus cenizas como el ave Fénix.