Desde la antigüedad, la poesía ha sido el género más versátil para manifestar los diferentes estados de ánimo del espíritu humano, tanto para expresar las quejas más profundas como para celebrar las alegrías y los triunfos. Fiel a esta tradición, Segundo Villalobos, en este libro expresa con energía desbordante, su intenso afecto por la promisoria tierra de Jaén vestida con un destellante “ropaje de bellos arrozales”; se duele con los problemas sociales y exhorta a sus lectores a luchar por un porvenir feliz. También canta al tiempo, al destino, a la naturaleza y al amor. Su poesía es un canto, un “grito sonoro” que toma la voz del tominejo, del colibrí o la alondra, para estremecer las conciencias de los privilegiados lectores que alcancen a leer sus versos.
Jaén, tierra de poetas populares y letrados, como todo el nororiente peruano, con este libro enriquece su vigorosa tradición poética y cultural y afianza la autonomía de su identidad regional frente al huracán de la globalización que, en vano, ha intentado hasta hoy imponer la cultura del hiperconsumismo en todos los horizontes de nuestro planeta.