A 200 años de la Independencia y en pleno proceso de superación de la pandemia del COVID-19, al Perú le azora otra pandemia exacerbante: la inseguridad ciudadana.
Cuando pensamos en cómo enfrentar la situación, se nos vienen a la mente una serie de medidas: aumentar el número de cámaras de videovigilancia, instalar más casetas de seguridad, enrejar las calles, georreferenciar el patrullaje policial o municipal. Estas acciones de control y disuasión son correctas, pero insuficientes para reducir y controlar la delincuencia. Para ello, hace falta añadirles el tercer pilar: la prevención.
Sobre la base de los últimos avances realizados en la doctrina de la seguridad ciudadana, así como de estadísticas y ejemplos concretos, Rafael David Casani analiza con lucidez la situación peruana. El médico anodino de la seguridad ciudadana nos señala la ruta que tenemos que seguir para dejar de atender únicamente las consecuencias de la delincuencia y centrarnos, más bien, en prevenir sus causas.