Reimers y Chung (2014) mencionan que, según los requerimientos del mundo actual, en el que prevalece una conectividad global y demandas cambiantes, no basta que la formación se base en el almacenamiento de información, sino que demanda de profesionales con innovación, creatividad, capacidad de adaptación, habilidades escritas y orales, y dominio tecnológico para encarar las dificultades del día a día con un sentido crítico, ético, autorregulado y profesional.
González et al. (2020) destaca que apostar por el desarrollo de competencias investigativas en alumnos de educación media y básica es determinante en una realidad como la latinoamericana, donde la baja inversión en innovación, desarrollo e investigación es permanente en comparación con sus pares desarrollados, lo cual implica una deficiencia ostensible en este aspecto desde la etapa de formación escolar. Por ende, es fundamental que los centros de educación superior se focalicen en el desarrollo de profesionales docentes que aporten al desarrollo de competencias investigativas en sus discentes.
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