Para el Estado, el impuesto a la renta es el tributo de mayor importancia, ya que, además de proveerle importantes recursos, es un instrumento que, en teoría, debería reflejar el principio de equidad en la medida de que “pagan más los que más ganan”. En relación con este impuesto, nuestra legislación ha dividido a las rentas gravadas en cinco categorías las cuales tienen como premisa al sujeto que las percibe. De esta manera tenemos que las personas que desarrollan actividad empresarial generan rentas de tercera categoría, en tanto que las personas que no desarrollan actividad empresarial pueden generar rentas de capital o rentas del trabajo.