El cambio de época hacia el informacionalismo se manifiesta en la economía inmaterial, el Estado-red, la sostenibilidad planetaria y la generación de conocimiento crítico y contextual. A pesar de los notables avances científicos, persisten desafíos socioeconómicos, ecológicos y de paz que generan desencanto y frustración a nivel mundial. La postmodernidad plantea incertidumbres, enfocando la transformación social mediante la educación continua y la cooperación internacional. Delors y Morin proponen la educación como clave para abordar los desafíos del siglo XXI, promoviendo la inteligencia colectiva y la comprensión ética global. En este panorama, la educación durante toda la vida se presenta como una herramienta fundamental para la construcción de sociedades inteligentes y para la adaptación a un futuro marcado por la incertidumbre y la complejidad, donde se busca que la tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan, mediante una transformación social profunda y sostenible. Es crucial reconocer que el progreso tecnológico y científico debe ir de la mano con una ética humanista y una visión integral del desarrollo, considerando tanto aspectos económicos como sociales y ambientales, en un esfuerzo conjunto por garantizar un futuro próspero y equitativo para las generaciones presentes y futuras. Ante este escenario, la colaboración internacional y el compromiso colectivo son imprescindibles para superar los desafíos globales y construir un mundo más justo y sostenible.