ISBN 978-612-00-9782-3

Reseña

En las actuales circunstancias, la sociedad peruana tiene en la educación de calidad uno de sus indecibles soportes para superar con éxito sus desafíos más apremiantes de la época presente. La educación de calidad y el desarrollo sostenible es una urgencia impostergable, para atender los problemas de atraso, violencia, corrupción; y para hacer posible una apuesta común por una nación próspera, libre y democrática. Hoy más que nunca, el Perú debe recurrir a la educación de calidad como plataforma de rescate de los que menos tienen, impulsando el desarrollo sostenible del país.
En los diversos Foros Mundiales de Educación, celebrados en distintos países, se dejó claro que la educación es un derecho humano fundamental de la persona, y como tal, es un elemento clave del desarrollo sostenible, de la paz duradera, del fortalecimiento de la democracia y la estabilidad entre las naciones. Por lo tanto, creemos que, el Estado Peruano debe impulsar la educación de calidad y promover el desarrollo sostenible para no comprometer el futuro de las generaciones venideras, ¡Sin una educación de calidad, no habrá un desarrollo sostenible!
Nuestro país enfrenta el gran desafío de competitividad para ubicarse en el sitial que por derecho histórico le corresponde y lograr incorporarse a las naciones desarrolladas. Y no es por una simple razón de progreso, sino porque es la única respuesta para terminar con esas lacerantes llagas sociales de la miseria. Sin embargo, es necesario aclarar que en el desarrollo no hay modelos, cada país tiene que hacer lo suyo empezando desde su gente y partiendo de una realidad concreta. No es necesario ser copia ni calco de nadie.
Los retos planteados por la globalización en las sociedades, el acercamiento entre mercados y los incesantes avances tecnológicos, generan procesos de cambio y necesidades de adaptación, lo que demanda desarrollo de competencias diversas que permitan el adecuado desenvolvimiento en todos los aspectos de la sociedad. ¡Estamos obligados a cambiar porque ese es el grito de las nuevas generaciones!
La nueva visión que se tiene del Perú al 2050 es la de un país que responda con acierto los grandes desafíos de la era digital, democrático, respetuoso del Estado de Derecho y de la institucionalidad, integrado al mundo y proyectado hacia un futuro que garantiza la defensa de la persona y de su dignidad. También, convertirnos en un país que en el que estemos orgullosos de nuestra identidad, en donde respetemos nuestra historia y patrimonio. Para ello su accionar debe ser ético, transparente, eficaz, eficiente y moderno. Finalmente, miramos hacia un país en el que juntos logremos un desarrollo inclusivo en igualdad de oportunidades, cooperativo y sostenible en todo el territorio nacional.
La misión fundamental que tenemos que asumir como tarea de primer orden, es formar profesionales creativos, críticos, emprendedores, éticos y reflexivos que abriguen firmes convicciones democráticas y que sean eficaces en la perspectiva del desarrollo humano.
El gran reto de los docentes del silo XXI es desaprender lo aprendido, cuando lo aprendido resulta obsoleto y que no corresponde a nuestra realidad concreta. Y reaprender todo lo que edifica, dignifica, lo necesario, lo útil, lo de buen nombre para responder con acierto las exigencias de la época presente. Porque, si enseñamos a nuestros estudiantes de hoy lo qué enseñábamos ayer les estamos robando su futuro.
Responder con acierto esta demanda específica sobre la función de la docencia, nos confronta con un desafío singular, esto significa: realizar cambios profundos en la genuina profesión del magisterio, es decir, en su identidad profesional, en su formación y cultura, en los paradigmas que orientan sus prácticas pedagógicas. Estos cambios tienen que ser estructurales, que apunten hacia la transformación de la sociedad, de la cultura, la producción del saber y la necesidad de contribuir, desde la educación, a la conformación de sociedades más equitativas, democráticas y con altos niveles de desarrollo humano.
En esta era del conocimiento y de profundos cambios sociales, tenemos el reto ineludible de garantizar a la niñez y juventud de nuestro país una educación que esté a la altura de los nuevos tiempos. Tenemos que cambiar porque el grito de las nuevas generaciones así lo exige.