Heredia postula que las narrativas construidas por el Estado y por los ayacuchanos al conmemorarse el cincuentenario, centenario y sesquicentenario de la batalla de Ayacucho son relatos estructurados que ofrecen un punto de vista (local, particular) del hecho histórico y motivan una intencionalidad política. Para el Estado, la conmemoración de la batalla fue la ocasión propicia para intervenir en la ciudad y en la zona rural con planes de gobernanza y proyectos de desarrollo planeados “desde arriba”. En contrapeso, la sociedad local se apropió de la celebración para demandar reconocimiento y atención a sus necesidades.
Conmemoraciones emblemáticas, narrativas y monumentos constituyen los ejes del presente texto que sale a la luz en una nueva coyuntura celebratoria: en el bicentenario de la batalla de Ayacucho, ocasión propicia para pensar en el pasado, presente y futuro de nuestra región y de su ciudad capital. Responde a la circunstancia contemporánea de globalización, tecnificación y neoliberalismo, en la que la historia como experiencia es distinta a la experiencia actual y como suma de conocimientos aparece como ejercicio inútil y estéril. El texto de Heredia adquiere importancia, en tanto nos traslada al pretérito para constatar el gran abismo entre pasado y presente y el puente de tradiciones electivas elaboradas por la sociedad local que conecta dicho abismo.