Toda significación dará cuenta del abismo.
Recién parido de los abismos y recién molida la sangre. Atravesar el laberinto de los más hondos precipicios: acumular cuerpos deshabitados y sueños a medio amanecer. Sentir el fuego de una mano posada sobre un ramo de flores metálicas. Probar de la discreta muerte de los arcanos cantos, llegar, al fin, a ese lugar donde calman su sed las palabras.
—Esto que alumbra es el tiempo: comienzo por apagar las estrellas, aunque deben saber que a partir de esta hora todo será mentira. (Una lechuza vuela doliente sobre las horas que ya no serán nunca más. El cielo se hace oscuro, aunque no sabe de oscuridades). Solo es posible ver un campo infinito, sin ninguna palabra, envuelto por la niebla: la verdad. El territorio de las distancias se funda en la memoria: todo está en el tacto del asombro. Aquí delante de nuestros ojos se extendió un reino de historias. Ahora se pueden oír voces que brillan y mudan de sentido. El cielo no acaba nunca, vuelve a comenzar: la leyenda del espanto. Y no sé cómo se escribe tanta vida con pocas palabras.