La trata de personas es un fenómeno que tiene diversas manifestaciones y múltiples consecuencias en la vida, salud e integridad de sus víctimas. Además, es capaz de sostenerse en el tiempo de manera dinámica; lo que le permite adaptarse al contexto y así burlar a los organismos encargados de administrar justicia y hacer cumplir la ley. Esta situación se agudiza particularmente en escenarios en los que la presencia del Estado (y sus servicios esenciales) es escasa; ya que se deja a la comunidad a merced de las redes de trata, así como de los negocios informales e ilegales históricamente asociados a la explotación sexual y laboral. Frente a ello, resulta importante abordar este problema no solo como un delito penal, sino también como una violación de Derechos Humanos que se alimenta de procesos históricos de discriminación y exclusión; los cuales atraviesan y se enquistan en las distintas esferas que conforman el tejido social peruano.