Ligia Balarezo presenta un libro de madurez en la línea de las poetas que cantan un sentimiento hondo y afirmativo en el amor, forjado en el propio cuerpo de la palabra, que se muestra sin tabúes y reanima con un toque muy personal aquella temática libre y desinhibida, abordada con éxito por las poetas en los años ochenta y noventa; pero en su caso, el rictus verbal entre ausencia-presencia, silencio-gesto, erotismo-lirismo, es una constante y se dan como pequeños ríos que bajan y confluyen en este Manantial de Soledades,