Estos poemas y acrósticos nos devuelven también a los representantes del proceso de nuestras literaturas, nos acercan por ejemplo a Eguren de “Simbólicas”, a Vallejo increpándole a Dios por la majestuosidad del dolor, a Romualdo de “Canto Coral a Túpac Amaru”, y por supuesto al Scorza de “Las imprecaciones”; porque qué es la poesía sino diálogo con lo que ha venido sucediendo y registrándose en su variedad de propuestas, en esa caza sutil que hace de nuestras emociones el impulso para inquirir, para ir más allá de la duda o el asombro.
Un libro es un paraguas al que empuñamos para cuidarnos de la lluvia que es el paso vertiginoso de las horas, o del sol que inclemente se transfigura en la maldad que merodea aún debajo de las piedras. “Desarropando el alma” es eso: un homenaje a los grandes temas que impulsan al escritor a detenerse frente a la página en blanco para devolverlos como obras de arte. Guillermo Valdivieso ha escrito un libro como una hermosa lección paternal y ciudadana.
Harold Alva