La comunicación, hoy, es un drama, un enigma, un misterio, un desengaño cultural. Ya no resucita el pasado, el instante, lo que es o puede ser entre las consistencias, las mentiras o los miedos. Ya no es expresión, alusión, ni símbolo, ni memoria. Tampoco capta la verdad, ni los remordimientos, ni las culpas ocultas de los inocentes, solo la metamorfosis de este mundo infestado de miles de espejos miserables, la misma desesperación de nuestra muerte, drogando y privatizando nuestras conciencias y culturas. Por eso, desde los aullidos y los odios irreprimibles de nuestra desesperanza y sus múltiples conspiraciones, como una realidad o alternativa autosuficiente, Uchuraccay es nuestra partida de nacimiento, ya que su camino es nuestra historia interpretando la presencia intensa de nuestro desencanto, nuestra inaudita confusión existencial. Es desde la interpretación de este desfallecimiento, desde el padecimiento y la contraluz de su indiferencia -porque nadie se escapa del infierno-, es que esta Conversación trata de historizar nuestra soledad, la barbarie de nuestro heredado y permanente sufrimiento.
Lima, 1941-
Lic. en Literatura